06 febrero 2008

Problemas digestivos del lactante

En los cuatro primeros meses de vida el bebé debe duplicar su peso de nacimiento, por eso necesita comer mucho y a menudo. Cada bebé sigue sus propios ritmos de sueño y alimentación, tanto si ésta se realiza mediante pecho como con biberón.

Aunque el bebé dispone de una gran capacidad de adaptación, es posible que surjan algunos problemas digestivos que precisan atención:

Muguet

Esta afección por hongos (micosis) se caracteriza porque el bebé presenta unos puntos blanquecinos, como posos de leche, en los labios y el interior de la boca (encías, lengua, paladar o interior de las mejillas). Esta micosis irrita y provoca molestias en la boca impidiendo la alimentación normal.

En estos casos, el pediatra receta un tratamiento a base de antifúngicos locales o generales porque el muguet puede extenderse a las nalgas. También es muy importante seguir unas atenciones corporales estrictas durante los 10 ó 15 días que puede persistir el problema.

Regurgitación y vómito

El bebé regurgita y expulsa pequeñas cantidades de leche procedentes del esófago o del estómago sin que haya nauseas ni contracciones de los músculos del abdomen. Es habitual en las primeras semanas de vida y no suele influir en el incremento de peso. Normalmente las regurgitaciones disminuyen con el aumento de edad y desaparecen alrededor de los ocho meses.

La regurgitación no tiene nada en común con el vómito de gran cantidad de alimento acompañado de nauseas en bebés que no han vomitado con anterioridad. Este problema requiere la consulta médica.

Dolores de esófago

Cuando esto ocurre, el bebé se niega a tomar alimento, se retuerce y regurgita fácilmente. Puede tener dolores abdominales mientras se alimenta y, al terminar la toma, los eructos son ácidos y le irritan la mucosa del esófago.

El pediatra receta un tratamiento para administrar antes o después de las tomas y aconseja a los padres que después de ingerir el alimento se sujete al bebé en posición vertical mientras se sostiene la cabeza y la espalda. También es aconsejable acostarle con la cabeza un poco más elevada que el resto del cuerpo.

Hipo

Suele presentarse después de la toma y persistir algunos minutos. No tiene ningún peligro. Puede ocurrir que, al llegar el alimento al estómago, éste se distienda y provoque un movimiento reflejo del diafragma, que es el músculo de separación entre el tórax y el abdomen.

Negativa repentina a comer y beber

El bebé rechaza el pecho o el biberón. Llora, se retuerce agitando las piernas y vomita. Cuando parece que se calma, palidece agotado y vuelve a retorcerse de dolor. Ante esta sintomatología hay que acudir urgentemente al médico porque podría tratarse de una invaginación intestinal aguda.

Rechazo del alimento

Esta conducta siempre debe ser motivo de preocupación, sobre todo si no evoluciona el incremento normal de peso. Hay que consultar con el pediatra para descartar la existencia de alguna enfermedad y, en caso de que el bebé se encuentre sano, él os dará algunos consejos (evitar abrigarle en exceso para que no se adormezca, establecer un horario más rígido de alimentación, etc.).

Intolerancia a la leche

El bebé se muestra excesivamente apático o irritable. Otros síntomas son los vómitos, la erupción cutánea, la diarrea o el poco aumento de peso. Ante uno, varios o todos estos síntomas, el pediatra debe descartar la posibilidad de alergia a la leche o trastornos metabólicos congénitos. En cualquiera de los dos casos se impone la alimentación con la leche adaptada de fórmulas especiales.

Ictericia por leche materna

La ictericia tras el parto puede persistir hasta 10 y 15 días. Cuando se mantiene transcurrido este plazo y el bebé toma pecho, es muy posible que se trate de ictericia por leche materna. Este trastorno se debe a que el contenido en ácidos grasos de la leche inhibe el metabolismo normal de la bilirrubina. En estos casos la orina es clara y no existe incompatibilidad sanguínea con la madre. Conviene consultar con el pediatra, aunque esta ictericia no supone gravedad alguna. Sólo en el caso de que fuese muy intensa, la alimentación debería interrumpirse unos días pero, en general, no es necesario.

Estreñimiento

Los bebés con alimentación materna rara vez sufren estreñimiento.

El número de deposiciones varía mucho, normalmente entre 1 y 8 deposiciones diarias, o bien cada vez que realiza una toma.

La frecuencia de las deposiciones suele disminuir progresivamente a partir del primer mes, independientemente del tipo de alimentación. Al llegar a los tres meses, algunos bebés sufren estreñimiento, sobre todo si toman biberón, es posible que hagan una deposición cada tres o cuatro días. La evacuación del intestino se va regulando al introducir otros alimentos como la fruta y la verdura.

Cuando las heces son muy duras y supone un verdadero esfuerzo para el bebé evacuarlas, hay que consultar con el pediatra aunque es posible que sólo aconseje introducir zumos de naranja o uva en la dieta.

Diarreas

Después de nacer, a través de las primeras deposiciones, el bebé expulsa el meconio. Estas deposiciones son verdosas y negruzcas, pegajosas y sin olor. Unos días después el bebé defeca las heces de transición que son cada vez más amarillentas y menos abundantes, hasta que comienza la eliminación de heces normales.

La diarrea es muy rara en los bebés alimentados a pecho. Estos lactantes suelen hacer una deposición semilíquida después de cada toma, el color es amarillento, tiene olor ácido y pequeños grumos blanquecinos.

La verdadera diarrea se acompaña de malestar, distensión abdominal, estancamiento o disminución de peso y, en ocasiones, fiebre o vómitos.

Si se observa una variación repentina en las características de la deposición o aumenta el número de veces que el bebé defeca sin que haya cambiado la alimentación, hay que acudir al pediatra.

Los cólicos del lactante

En ocasiones, sobre todo al final de la tarde, el bebé se siente mal aunque ha comido hasta saciarse, ha eructado y no hay síntomas aparentes de enfermedad. El bebé llora de forma periódica, en ocasiones violentamente, porque tiene sensación de malestar debido a problemas digestivos que también le impiden establecer los ritmos del sueño. Los cólicos del lactante son un trastorno muy frecuente que suele desaparecer antes de los tres meses.

Los episodios de llanto agudo se pueden repetir varias veces a lo largo de un período de tiempo que puede durar hasta 3 ó 4 horas. Los síntomas más frecuentes de este trastorno son los siguientes:

-El bebé no consigue conciliar el sueño o bien se despierta repentinamente gritando y llorando, mientras se retuerce, enrojece o palidece.
-La tripa está tensa e inflamada, suelta gases y “le suenan las tripas”.
-Las deposiciones pueden tener un olor agridulce, un color verdoso, poca consistencia, y puede aparecer dermatitis de Jacquet por la acidez elevada de las heces.
-Está estreñido, se pone colorado, llora y se retuerce porque le supone un gran esfuerzo defecar. Las deposiciones son secas, como bolitas y poco frecuentes.

Cuando los cólicos son leves, el bebé se tranquiliza cogiéndolo en brazos y meciéndolo suavemente, pero si son intensos, el pediatra puede indicar la administración de algún medicamento que alivie el problema.