Poco a poco nuestros hijos van creciendo, se van volviendo cada vez más independientes aun que muchas veces nosotras mismas impidamos esto sin darnos cuenta. Llega una edad que ellos desean hacer todo por ayudarnos pero su limitada fuerza física obstaculiza y en algunas ocasiones frustra el hecho de querer ayudar.
Hace un par de días me paso algo muy particular con uno de mis hijos que por lo general se emociona mucho y no mide su fuerza, él es muy servicial y bondadoso. En esta ocasión regresábamos del supermercado y habíamos puesto todas las compras en el carrito de compras para subirlo al departamento, con mucha voluntad me ayudo a sacar el cochecito del ascensor en entonces cuando volteo y me aproximo a abrir la puerta cuando escucho un sonido grande y estrepitoso; voltié a ver y era todo el carrito de comprar regado y todas las cosas de vidrio y delicadas echadas a perder, mi primera reacción fue mirarlo de manera acusadora pero por algún inusual motivo solo le dije que se retirara y le agradecí de ayudarme.
Normalmente hubiera pegado un gran grito y hubiera terminado en llanto esa escena pero se me cruzo la idea que mi pequeño hijo puso su mayor esfuerzo en sacar el coche y aproximarlo a la casa.
Lo rescatable de esta historia es ver dentro de alguna cosa diaria que nos pasan con nuestros pequeños la gran voluntad y las ganas que ponen ellos en querer ayudarnos, dejemos que se vuelvan independientes obviamente con una supervisión.
Una reflexión que quizá a muchos nos pasó en algún momento de nuestras vidas. A seguir sonriendo.
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